lunes, 29 de marzo de 2010

estor-nudos








Las ganas de escribir repercuten desde mi silencio verbal. Unas charlas que profundizan saber al saber mismo, contemplan montañas de espera al cambio.
Cuando desperté hoy, me dí cuenta que entendí. Todavía no lo termino de asimilar, pero sí trato desde la esencia misma de Vanesa, evadir partes oscuras, alternas de la tristeza. Ayudar con ello, a secar lágrimas, saborear golosinas amargas con ese sabor a náuseas intrínsecas...
Qué reto significás eh... Qué reto estrujador de tragos que recorren desde lo más dulce y empalagoso hasta lo ácido de un día bañado en limón.
No sé desde dónde sale la fortaleza. Cuando querés a una persona, digna de entrega de amor, validás decisiones que el orgullo no permite dejar pasar. Y sé que te pasa exactamente lo mismo: trago de orgullo a la mesa tres por favor!
Quizá una princesa rusa debía atravesar esa bendita alteración de egos que tuvimos juntos.
¿Quién te dijo que es fácil? El nudo lo tengo en la garganta, no en los cordones de las zapatillas.
No voy a hacer que supero piedras en el camino por histrionismo puro. Estoy en ese tramo que en la punta de la montaña rusa, te da a lugar por una milésima de segundo el plus de NO PENSAR para disfrutar de la caída.
Simplemente como analizar lo que me pasa a mí cuando estoy cerca de vos, es tarea ardua y valedera de mucho nestún para desecharte como foco de mi atención y recortar básicamente, un universo que no nos encuentra juntos.













lunes, 18 de enero de 2010

expuesta




Domingo 20 de Diciembre de 2009
6:55 a.m


Recién llegada de mi habitual salida de sábado. Llueve pensamiento de cemento… de vos.
Ya ni sé si te quiero, si te seguiré queriendo como te quise. Hace más de un año que sabemos quiénes somos. Sin embargo, no sabemos nada el uno del otro. Poquito de todo, mucho de nada.
Quizá este sea el primer gran capítulo que vengo esperando hace diez meses: matarte internamente. No quiero estar en boca de nadie. No quiero ser culpable de algo que no existe, no existió y muy probablemente no existirá. Ni siquiera puedo llorar con desánimo de rechazo tuyo: lloro por esa necesidad intrínseca que dice NO AMARTE MÁS. Lo puedo escribir… el día que lo pueda leer, es porque realmente estoy completamente segura de lo que signifique en mí, desunirme a vos.
Me duele hasta la tráquea, me duele el corazón… no está partido, no está resquebrajado: está lleno de fortaleza para continuarme, continuar mi vida con todo ese egoísmo inconsciente que se concentra en tu voz.
No quiero un mundo rodeado con minas a punto de estallar a mi alrededor. Quiero PAZ!!! Quiero AMOR del verdadero, del que no nos lleva de sorpresa en ningún sitio juez de nadie… del que SÍ está, porque llega solo.
Felicidades! Te ganaste el premio mayor: insensibilizarme más para vaciar la paciencia que deposité en un caminito de cristal.
¡Buena vida! ¡Buena vida… XXX!!! Sin saber cómo reaccionaré ante lo que grite tu presencia… Te deseo buena vida sin resquemor.